El Centro Ruso para el Estudio de la Opinión Pública (VTsIOM, por sus siglas en ruso) lleva 25 años estudiando las causas de los divorcios en Rusia. Recientemente se publicaron los resultados de esta investigación. Al parecer, en la actualidad hay una percepción más laxa de la disolución familiar. En un periodo marcado por las condiciones del mercado y expuesto a las fluctuaciones económicas, los rusos han comenzado a percibir el matrimonio con gran pragmatismo y los cónyuges se toleran menos.
El estudio de VTsIOM, que ha registrado las causas de las rupturas familiares durante un cuarto de siglo, muestra las inclinaciones de los rusos y determina qué elementos de la familia consideran más importantes y cuáles no están dispuestos a tolerar.
Aflojar los lazos
La percepción del matrimonio, del papel de los cónyuges, de los hijos, etc. en Rusia es una mezcla inconcebible de conservadurismo e intolerancia hacia el otro. La familia es sagrada, pero si en su seno surgen problemas, el primer remedio que se aplica (y el que se considera más efectivo) es el divorcio.
De este modo, el número de personas que consideran la posibilidad del divorcio solo en el caso de que la familia prácticamente se haya desmoronado ha caído en los últimos 25 años en un tercio (un 27 % frente al anterior 39 %). Lo mismo ocurre con quienes consideran inaceptable el divorcio (en 1990 un 13 % de la población defendía esta postura radical, mientras que en 2015 este indicador ha caído al 11 %). Las estadísticas no entusiasman: al año se registran en Rusia aproximadamente 1,2 millones de matrimonios, de los que la mitad fracasa. Rusia ocupa el primer puesto en el mundo en número de divorcios según datos de la ONU. Además, las decepciones parecen no enseñar nada, pues las segundas nupcias reflejan los mismos resultados (se divorcia el 50 por ciento de las parejas que se casan por segunda vez).
“Los rusos siguen siendo muy conservadores en algunos aspectos. Están convencidos de que lo que más necesitan las mujeres son hijos, una casa y una relación estable”, comenta Margarita Fabrikant, investigadora del Laboratorio de estudios comparados de la opinión pública adscrito a la Escuela Superior de Economía.
Según los sociólogos, el hecho de que la gente le haya perdido el miedo al divorcio forma parte de una tendencia mundial: menos matrimonios, más divorcios. Sin embargo, cada vez se registran más parejas de hecho. Actualmente, una cuarta parte de todas las familias en Rusia son parejas de hecho. Además, cada vez nacen más niños fuera del matrimonio. En los años 70 y primera mitad de la década de los 80, los hijos extramatrimoniales constituían el 11 % del total, a mitad de la década del 2000 este porcentaje ascendía al 30 %. Hace un cuarto de siglo, una tercera parte de los rusos estaba convencida de que es imposible educar bien a un hijo en solitario. Actualmente, solo el 13 % de los rusos comparte esa opinión.
Compromisos informales
La creciente popularidad de las uniones civiles es comprensible, la gente quiere conocerse primero. Pero además ahora hay una tendencia a prolongar cada vez más las relaciones informales. Antes, hasta el año 1990, se daba a la pareja menos de un año de media para comprender si querían casarse. Ahora, se esperan más de dos años para tomar esta decisión, aunque esto no garantiza que los matrimonios sean más duraderos. Según los sociólogos, las parejas que más se separan son las casadas después de los 30 años y que llevan entre 5 y 9 años de relación. El 80 por ciento de los casos de divorcio son por iniciativa de la mujer. Quien al mismo tiempo afirma que la familia y los hijos están por delante de todo lo demás.
Las uniones civiles en Rusia requieren un estudio más profundo. De momento, los sociólogos hablan de la inmadurez de los futuros cónyuges, que no confían en su capacidad de mantener una relación duradera con otra persona.
La intransigencia o la falta de piedad hacia la otra persona y la incapacidad para aceptar los defectos del otro son otras características propias de las relaciones familiares contemporáneas. A muchas parejas les resulta más fácil divorciarse que buscar un acercamiento, una comprensión. En este sentido, señalan los expertos, Rusia se suma a la tendencia mundial: en la sociedad contemporánea se agudiza el individualismo. Pero las causas de dicho individualismo son, sobre todo, materiales. La gente confía cada vez menos en los demás.
“Probablemente, las parejas temen perder su patrimonio, sobre todo la vivienda, si la relación se rompe. Y es que las rupturas familiares son imposibles de prever, pero uno puede asegurarse de que no perderá la vivienda tras el divorcio no casándose”, explica Alexánder Sinelnikov, profesor del departamento de sociología de la familia y demografía de la facultad de Sociología de la MGU. “Pero resulta incómodo confesarle esto a la pareja. En estos casos se suelen oír pretextos como 'para qué complicar las cosas', 'para qué gastar dinero en una boda', etc., los cuales en realidad encierran una mera falta de confianza en la solidez de la relación”.